Consejos para mi hermana

Bienvenidos a mi blog! Mi interés en psicología, desarrollo infantil y psicoterapia no tiene mejor uso que el poder aconsejar a mi hermana en su maternidad. Así, de nuestras multiples conversaciones nace este blog, con el que espero convertir esas conversaciones en consejos, ideas y motivos de reflexión para más de una mamá o papá. Con toda mi admiración para aquellos que ejercen la maternidad y paternidad.

¿Cómo hablar de Dios a nuestros hijos?


Si Dios es una parte importante de tu vida, es natural que desees que tus hijos compartan tu misma fe y tus mismas creencias. Aquí te dejo algunos consejos, más psicológicos que religiosos, que creo son importantes en la enseñanza de la fe y la religión a los niños.

Háblales de tu experiencia interna
Si practicas una religión, probablemente ya tengas un colegio religioso para tu hijo, o quizás asiste a alguna actividad de enseñanza religiosa por fuera del colegio. Esto es importante porque cubre el aspecto histórico y teórico que te interese que aprenda. Pero no lo dejemos ahí, hay también una parte emocional y experiencial que tú vives. Creer en Dios, sin importar si crees en alguna religión, es una experiencia espiritual; comparte la tuya. Cuéntales a tus hijos si te sientes acompañada por Dios, si sientes su amor y cuánto eso te llena.
Esto es importante cada vez que queremos enseñar algo que no es sólo teórico y que no es del todo observable, por ejemplo cuando enseñamos emociones. Por el contrario, si quieres enseñar sobre animales tienes fotos, libros y, para una experiencia más vivencial, el zoológico o una granja. Pero cuando queremos enseñarles a nuestros hijos sobre experiencias emocionales es importante compartir las nuestras.
Para los niños más pequeños cuéntales cómo te sientes y relaciona tus emociones con momentos específicos y concretos. Por ejemplo, quizás cuando te dan una buena noticia te sientes no solo suertuda, también sientes que lo que pasó es gracias a Dios. Dale ese ejemplo a tu hijo, cuéntale eso y descríbele cómo te hace sentir. Cuando son un poco más grandes, cuéntales también sobre sobre momentos difíciles en tu vida cuando tu fe fue lo que te sostuvo y contuvo emocionalmente y te sentiste especialmente acompañada por Dios. Quizás alguien se enfermó o pasaste por momentos familiares difíciles, puedes compartir eso y contarles cómo es que tu fe te ayudó a pasar por esos momentos. Por otro lado, no dejes de compartir también tus dudas, como toda experiencia emocional, hay altos y bajos, amores y desamores, eso es lo que hace real y saludable cualquier relación.

            ¿Policía o compañía?
 Por definición, Dios es omnisciente y omnipresente, está en todos lados, lo ve todo, lo sabe todo. Esta definición puede ser tremendamente atemorizante para niños (y grandes) si esa “presencia” se les presenta como una especie de policía o juez, vigilante de sus acciones para desaprobarlas si hacen algo indebido. Pero un Dios omnipresente es también una compañía de amor constante, lo que significa nunca sentirte solo ni desamparado. Comparte con tu hijo esa forma positiva de ver la omnipresencia de Dios.  
            En la misma línea, evita usar la presencia o mirada de Dios como ayuda para regular la conducta de tus hijos. No hay nada mejor que el control interno (versus el control externo). Así como uno debería no cruzar en semáforo rojo, haya o no haya policía, tu hijo debe obedecer y portarse bien sea visto todo el tiempo o no. Algunas veces escuchamos cuidadores usando a Dios para regular la conducta de niños, con frases como: “Dios va saber si lo hiciste”, o “¿Qué diría [figura religiosa] si viera lo que hiciste?”, debemos evitar estas frases pues no colaboran ni con la experiencia religiosa ni con el desarrollo de autocontrol del niño. Una alternativa para ayudarlo a regularse por ellos mismo, por ejemplo, es explicarle el porqué de las reglas. Tu autoridad cómo adulto es suficiente para que tus reglas deban obedecerse, pero explicarlas ayuda a darles un sentido y a obedecer más fácilmente.
Otra forma de ayudarlo a fomentar el control interno es explicándole qué pasa cuando las personas no hacen lo correcto. Empieza con lo más concreto, por ejemplo, explícale qué pasaría si ningún adulto siguiera los semáforos (caos, choques, no llegar nunca a tu destino). Luego puedes explicarle cosas menos concretas como explicarle la importancia de la confianza y cómo las mentiras van dañando la confianza, en ese sentido a él mismo le hace daño mentir. Por último, puedes abordar un nivel  más íntimo y subjetivo, ayudarlo a reconocer lo mal que él mismo se siente cuando no hace lo correcto. Por ejemplo, ayúdalo a reconocer lo culpable que se siente cuando le pega a algún compañero o cuando miente. La idea es procurar fomentar el desarrollo de un control interno.

Expectativas
Por último, mi recomendación es sobre tus expectativas. Recuerda que la experiencia religiosa es única con cada persona. No podemos esperar que los hijos la sientan y la vivan igual que los padres. Tus hijos pueden crecer y decidir no practicar la religión, o quizás tú no eres una persona tan religiosa y tu hijo sí se vuelven muy practicantes de la religión. Recuerda que enseñar a tus hijos no es presionar. Enseñar es mostrar lo que tú sabes, para que tomen lo mejor de eso.

Mag. María Paz Sáenz



¿Cómo ayudar a mi hijo a dejar el pañal?


Dejar el pañal es un logro muy importante para la vida de un niño, es un gran paso en su proceso de autonomía e independencia. Además, revela un dominio significativo de su cuerpo, lo que además de ser importante para su desarrollo físico, es muy grato para él. Así como muchos otros hitos del desarrollo, dejar el pañal (el poder controlar esfínteres) se da en momentos diferentes para cada niño y de formas diferentes, por ejemplo, algunos aprenderán muy rápido, otros más lento y algunos tendrán varios accidentes hasta consolidar su aprendizaje. Sin embargo, sea cual fuere el caso, hay algunas recomendaciones generales que pueden ayudarnos a que éste proceso sea lo más positivo posible, que brinde alegrías y “recarga” de autoestima para toda la familia.

Cuándo empezar

Aunque cada proceso es personal, la gran mayoría de niños logra dejar el pañal entre el año y medio y los tres años. Dicho esto, la edad es secundaria en realidad, más importante es que haya logrado ciertos “pasos” previos, dos fundamentales. Un niño está listo para dejar el pañal si ya es capaz de (1) reconocer cuando tiene ganas de hacer sus necesidades y (2) puede controlar el deseo por un rato, como para poder ir hasta el baño sin accidentes en el camino. Entonces, ayudémoslo a estar listo:

Ayudémoslo a reconocer cuándo tiene ganas de hacer sus necesidades

Este logro tiene un paso previo, la capacidad del niño de reconocer sus sensaciones corporales, y ésta capacidad se adquiere de a pocos.

Como papás podemos favorecer este importante logro desde muy temprano. (Además, cabe mencionar que reconocer sensaciones corporales no solo permite controlar esfínteres sino que es muy importante en muchas esferas de nuestra vida). Desde que el niño es más pequeño y aún estamos claramente lejos de sacarle el pañal es muy importante expresarle cada vez que le cambiamos el pañal por qué lo estamos haciendo “estas mojado” o “estas sucio” puede ser suficiente, pero siempre apuntando a que él también se dé cuenta que está mojado y/o sucio, de ayudarlo a reconocer cómo se siente estar mojado o sucio. Igualmente, es importante ayudarlo a reconocer todas sus sensaciones corporales, por ejemplo, puedes hacerle notar cuando hace calor y cuando hace frio, contarle que por eso le quitas o pones la casaca.

Una sugerencia importante y en la misma línea es evitar sólo tocar u oler al niño para reconocer si hay que cambiarlo. Acompaña este gesto con palabras, explícale porqué lo estás haciendo. Además acá hay un punto evidente para nosotros pero muy importante y no tan obvio para el niño: el adulto no puede sentir si el niño se ha ensuciado, sólo él puede sentirlo. No es mala idea preguntarle al niño antes de revisarlo, especialmente si el niño es más grande, pero en realidad nunca es muy temprano para hablarle a un niño. Tú mismo puedes contestarte en voz alta luego de revisarlo y hacerle saber la respuesta.

Por último, muchas veces los adultos somos capaces de notar cuando un niño está haciendo sus necesidades en su pañal, ayudémoslo a hacerse consiente de lo que está haciendo. Cuando acabe digámosle qué acaba de hacer y contémosle cómo nos hemos dado cuenta, sea “te fuiste a una esquinita”, “te pusiste muy rojo”, “te vi pujando” o cualquier otro, cualquiera de esas frases o similares son suficiente y los ayuda mucho a que reconozcan sus experiencias corporales.

Nos daremos cuenta cuándo un niño ha logrado reconocer sus ganas de ir al baño cuando logre comunicarlo, cuando antes de haber ya ensuciado su pañal puede decirnos que lo va a hacer. ¡Este es un gran logro! No dejes de felicitarlo.

Ayudémoslo a retener la orina y las heces por un momento
        
    Es recomendable empezar el entrenamiento de quitarle el pañal sin quitar el pañal aún. Es decir, ya usar la basenica o el water pero seguir usando el pañal.  En esta parte del proceso, que puede durar días o semanas es cuando nos daremos cuenta la capacidad del pequeño de aguantar. Muchos niños empiezan avisando cuando ya están sucios o mojados y este es un gran paso, ya están sintiendo que su pañal está lleno y están avisando, pero aún falta un poquito antes de poder quitárselo. Celébrale que  haya  avisado cuando ya estaba sucio y pídele que la próxima vez avise antes de haber hecho. Hazle énfasis en que debe avisar cuando la orina o las heces aún están en su cuerpo y ya necesitan salir.
            Anda lo más rápido posible al baño, aliéntalo para que retenga y aplaude sus esfuerzos, incluso cuando no lo logro, el esfuerzo también merece un aplauso.

Cómo empezar

Es importante empezar familiarizando al niño con el proceso del baño en general. Es común que los niños sean la audiencia de papá y mamá en el baño, ya que muchas veces los siguen a todos lados, pero no siempre se hace explicito qué se están haciendo ahí. Ahora es el momento de explicarles qué está pasando en el baño y que los adultos van al baño porque no usan pañal. También es útil que se sienten en el water o en el basín para que se vayan sintiendo cómodos en éstos. Incluso hay muchos niños con rutinas digestivas muy marcadas, los papás ya saben incluso a qué hora ensuciarán el pañal, ésta es una oportunidad para empezar a hacer sus necesidades en el baño incluso cuando aún no estén listos para dejar el pañal. Si tienen una experiencia agradable van a querer repetirlo y estarán muy motivados.

Cómo mencioné, es muy bueno empezar sin quitar el pañal, esto para evitar que haya accidentes y tanto el niño como los adultos que están ayudando en el aprendizaje se frustren. Esto nos facilita alegrarnos por cada pasito logrado, si el niño no logra hacer sus necesidades en el baño igual habrá algo por celebrar (y no habrá nada extra que limpiar).

Es muy útil y bueno para el autoestima del niño hacerle notar cómo los niños grandes y los adultos de su alrededor que admira usan ropa interior y no pañal. Esto le dará al niño interés y motivación para aprender. Luego de algunos días en los que el niño logra ir al baño y el pañal está constantemente limpio ya es recomendable no usar pañal y empezar con la ropa interior. En este momento es una buena idea ir a comprar la ropa interior junto con el niño, hacerlo un momento importante y hacerlo sentir importante por usar ropa interior.  

Es fundamental hacer de este proceso un motivo de orgullo, ¡y claro que es un motivo de orgullo! Así que no dejes de decírselo. Cada paso es importante y da cuenta de muchos logros así que cada paso debe ser celebrado. No dejes de darle ánimos y palabras positivas y cuando tenga un retroceso no tengas duda que va a seguir avanzando.

Es parte del proceso

Los accidentes (ensuciarse en la ropa) son comunes y parte de la consolidación del aprendizaje. No nos desanimemos y no desanimemos al niño. Si ya dejó de usar pañal es muy importante no regresar a él. Esto suele ser una consecuencia de que los papás creen que en realidad no estaba listo y no ha aprendido, por eso, al hacerlo le dan al niño una sensación de vergüenza y derrota que no necesita. Por eso, es mejor no quitarle el pañal si no crees que está listo. Sin embargo, una vez que ya se lo quitas, no creas que un accidente significa que no estaba listo, sencillamente es un accidente y poder superarlo sin mayores malestares será muy bueno para el pequeñito.  

Por otro lado, el dejar el pañal puede traer una mezcla de sentimientos a grandes y pequeños. Dejar el pañal es un paso muy grande en la independencia del niño, además normalmente se da cuando ya duerme en su propia cama, come solo y está aprendiendo a hacer varias cosas por sí mismo como vestirse o lavarse los dientes. Entonces, este aprendizaje se suma a la lista de cosas que le dan orgullo a los papás, orgullo de ver a su pequeño tan grande; se suma también a la lista de cosas que le generan autoestima y sensación de eficacia al niño. Pero del otro lado, también puede traerles mucha melancolía a los papás, ver crecer a los hijos no es fácil y este aprendizaje hace más evidente que hay que despedirse de la etapa infantil. Por su parte, el niño también añora sus momentos de bebe, donde recibía muchas más atención y cuidados. Esta mezcla de sentimientos es normal y hasta positiva pues reconoce que el crecer trae cambios, pero no es bueno permitir que la añoranza por una etapa más infantil nos haga no colaborar con este aprendizaje.

Por último, este proceso nos trae una oportunidad importante para hablarles a los niños del cuidado y el respeto al cuerpo. ¿Por qué les cambiamos el pañal inmediatamente han hecho pufi? ¿Por qué el wáter está dentro del baño? ¿Por qué nadie nos acompaña al baño cuando somos adultos? Hay que hacerles explícito que estamos cuidando su cuerpo, que las partes privadas no se exhiben en público y que los cuidados que damos a su cuerpo los hacemos con respeto. Esta es una buena oportunidad para demostrárselos y decírselos.
  

 Mag. María-Paz Sáenz 

¿Cómo escoger el colegio de mis hijos?

Escoger el colegio de nuestros niños es una tarea muy importante, éste participará activamente en su formación y será el lugar que les proveerá de muchas de sus primeras experiencias. Será el primer lugar de socialización fuera de casa, ahí crearán vínculos con personas fuera del círculo familiar, tendrán sus primeras experiencias educativas y, en algunos casos, será el primer lugar donde enfrentará peleas con otros niños. Así, la forma que el colegio tenga para contener y afrontar todas las experiencias que provee será fundamental.
Cada papá/mamá tendrá diferentes prioridades y expectativas sobre lo que un centro educativo debe brindar, pero lo que no debe faltar es hacer explícitas dichas prioridades para que en función a ellas se pueda buscar el colegio que mejor calce con éstas y, por lo tanto, sea el mejor aliado para la formación de los pequeños del hogar. A continuación, algunos elementos a tomar en cuenta en esta importante búsqueda.
Una variante fundamental en cada colegio es su metodología para la enseñanza. Alrededor de ésta se construye el contenido de cada clase, por lo que será de suma importancia que los padres puedan conocerla y entenderla. Aquí, tan importante como la confianza que los padres tengan en ésta, será cuánto el niño en cuestión podrá aprovecharla. Nadie mejor que los padres para saber si su niño necesita participar activamente en cada tarea para consolidar un aprendizaje o si la observación le basta para disfrutar y aprender, por ejemplo.
En relación a la metodología se construye también la currícula, qué cursos se incluyen y cuántas horas se le dedican a éstos. La inclusión de cursos como arte, música, danza y deporte es totalmente necesaria porque éstos favorecen habilidades tan importantes para el desarrollo del niño como los cursos de letras y ciencias. Adicionalmente, los cursos mencionados pueden hacerse más necesarios para algunos niños, pues es imperativo que todo niño tenga espacios de disfrute y donde pueda sentir que tiene un buen desempeño y esto no ocurre siempre con los cursos tradicionales. En este punto se hace vital conocer si el centro educativo incluye estos cursos, cuánto tiempo le dedican y cuánta importancia se le da. Igualmente, es necesario conocer las fortalezas y debilidades del niño en cuestión, así como las actividades qué disfruta para entender si necesitará más espacios de éste tipo.
Por otro lado, existen otras cuestiones muy relacionadas al aprendizaje, pero al formativo e integral del niño: los valores que el centro educativo intenta inculcar. Aquí se hace fundamental que los papás puedan conocerse y reconocer en su sistema familiar qué valores son los que fomentan y cuáles quisieran que se fomente. Un desencuentro entre los valores familiares y los valores que el centro educativo fomenta puede causar mucha confusión a los niños, más aún cuando son pequeños. Y la dificultad se hace mayor cuando alguno de los dos espacios desvaloriza lo priorizado en el otro. Igualmente ocurre con la educación religiosa, ésta debe estar en concordancia con las creencias y prácticas de la familia. Es muy importante que los padres incluyan este elemento en la elección del centro educativo.  
En esta misma línea, existen otras cuestiones importantes como las normas y disciplina. Si los valores del hogar y del centro educativo están en concordancia, no tendría que haber ninguna dificultad, porque tanto en las normas como en las medidas disciplinarias se deberían plasmar los valores antes mencionados. Sin embargo, es importante que los padres lo verifiquen conociendo las normas básicas de convivencia y las consecuencias o castigos que se aplican por seguirlas o no.
Por último, el  personal docente es de suma importancia, son ellos quienes hacen concreto todos los planes y deseos del colegio como institución. En la relación alumno-profesor debe plasmarse todo lo antes mencionado. Por ello, es vital conocer la formación del personal docente, el proceso de selección que atraviesa antes de ingresar a trabajar y las capacitaciones que recibe en el colegio.

Finalmente, es muy importante que los padres recuerden que son ellos los que deben, en primer lugar, aceptar a un centro educativo como apto para colaborar con la formación de sus niños. Son ellos los que deben hacer las preguntas al acercarse a uno y los que deben estar más satisfechos con la elección.


¿Quién quiere una mamá perfecta?

¿Quién quiere una mamá perfecta?

¿Quién quiere tener una mamá perfecta? Ni idea, nunca he conocido a nadie que la quiera. Todos sabemos que nuestra mamá no es perfecta e igual la adoramos y la valoramos muchísimo. Y aunque no tengas esa suerte, estoy segura que no fantaseas con una mamá “perfecta”. Entonces, ¿por qué cuando se trata de nuestros hijos, sí queremos ser mamás perfectas para ellos? Será qué el mundo de hoy se ha vuelto muy competitivo y  la sobre-oferta de charlas, consejos y tips de crianza no solo orientan, sino ¡presionan! Quiero liberar un poco esa presión revelando una importante verdad: nadie necesita una mamá perfecta. Precisamente los errores de mamá juegan un papel muy importante en el desarrollo positivo de su hijo. 
¿Qué significaría ser una mamá perfecta? Una mamá perfecta siempre acierta cuando se trata de entender que es lo que su pequeño necesita y sabe satisfacerlo con 100% de precisión. Una mamá perfecta nunca le ha dicho a su hijo algo de lo que después se haya arrepentido. Jamás fantaseó con mandar a su hijo en un crucero (¡por decir lo menos!) para dormir, pintarse las uñas, ver una película y comer en la cama. Por último, ella disfruta cada momento con su hijo, es más, cada segundo. Y por supuesto, nunca  ha tenido cólera o rabia hacia su hijo, solo siente hacia él amor puro y todo lo que él hace le encanta….Esta mamá está empezando a sonar genial, ¿por qué nadie la quiere?
Pues este hijo (¡imaginario espero!) de la mamá perfecta, se está perdiendo lecciones importantísimas. Así como es claro que todo bebe necesita aprender a sentarse, comer, hablar y otros, también es fundamental que los bebes desarrollen sentido de sí mismos, conozcan su cuerpo y lo reconozcan como propio; y eso sólo lo pueden hacer a través de sentir necesidades. Al nacer, un bebe no conoce ninguna necesidad (hambre, sueño, frío), pues dentro de mamá todas ellas eran cubiertas al instante. Ahora, fuera de la barriga, tiene la oportunidad de experimentar por primera vez en su vida esas necesidades, pero no podrá hacerlo  si mamá lo entiende y satisface a la perfección. Esperar antes que alguna necesidad sea cubierta le posibilita al bebe registrar esa necesidad como tal y empezar a sentir su cuerpo. Por ejemplo, tener hambre por un pequeño periodo de tiempo (mientras mamá descubre que tiene hambre) le permite registrar su hambre, sentirlo realmente, saber en qué parte de su cuerpo se siente y apropiarse de esa experiencia. Esto además le da la oportunidad de tolerar tensión corporal.
En la misma línea, un bebe que debe esperar, por ejemplo, que la mamá termine de ducharse y cambiarse antes de que lo puedo cargar y calmar su llanto y abrazarlo, está aprendiendo también. Aprende que mamá es una persona separada de él, con necesidades individuales y que, aunque lo adora, no vive para él. Tremenda lección y quizás hasta dolorosa para un bebe, pero absolutamente fundamental para tener relaciones exitosas el resto de su vida.
Ahora pasemos al niño más grandecito, quien ya está soltando unas palabras. En este periodo, los niños ya tienen intenciones más claras y deseos más potentes que necesitan ser entendidos. El deseo de hacerse entender es la mejor motivación para seguir aprendiendo a hablar. ¡Qué frustración se debe sentir el recibir una cucharada más de puré cuando estabas queriendo dejar de comer! Entonces, una mamá perfecta que entiende a su hijo tanto que parece que le lee la mente, no ayuda, sino entorpece. Esta mamá no le dará ninguna motivación para hablar. Una mamá imperfecta (o suficientemente buena) en cambio, no está en completa sintonía con las necesidades de su hijo, sino que necesita que él le haga saber de forma clara qué quiere.
Esta mamá que necesita palabras más claras de su hijo y que a veces malentiende sus primeras entreveradas palabras lo ayuda también a completar su proceso de individuación, a sentirse una persona por sí misma, independiente y diferente de los demás. Los errores de mamá en entenderlo lo incomodan precisamente porque subrayan que hay diferencias entre él y mamá, pero esas son las diferencias que lo ayudan a terminar de separarse de ella e independizarse.
             La mamá “suficientemente buena”  se ha equivocado más de una vez y ha herido a su hijo, sin lugar a dudas eso ha sido doloroso, pero no olvidemos que si ha sabido disculparse con él, le ha dado también la oportunidad de perdonar. Además, le ha dado un muy buen ejemplo sobre cómo reparar cuando se ha herido. Esta mamá también se agota, los sacrificios que hace le pasan factura y no siempre siente que la maternidad es fácil o hermosa. Entonces siente cansancio, frustración y rabia. Lejos de sentir culpa por eso, esta mamá tiene que saber que está teniendo una experiencia muy saludable; la vida, las personas, las situaciones en general nunca son totalmente buenas ni totalmente malas y el hecho que ella pueda experimentar su maternidad así, con ambivalencias pero finalmente feliz, es un signo de su salud emocional. Y si mamá tiene una experiencia integral (con buenos y malos) de su maternidad le está enseñando su hijo de la manera más auténtica a ver el mundo así también y a tolerar ambivalencias. Esta mamá que se permite tener sentimientos “negativos” hacia su maternidad y hasta hacia su hijo le enseña a tolerar los sentimientos negativos que él experimente. Que ella pueda sentir cólera y tolerarla y, lo más importante, sobreponerse a ella, le enseña al pequeño a hacer lo mismo. El podrá sentir cólera y no necesitará actuar su cólera (pegando o gritando) pues ha visto y sentido cómo su mamá aceptó y superó su cólera sin actuarla.
Los errores nos hacen reales, nos obligan a practicar la tolerancia, nos empujan a ser pacientes, nos recuerdan que lo bueno cuesta y nos hacen ser agradecidos. Por todo ello, después de un mal día, antes de sentirte culpable por tus errores, siempre recuerda: ¡no tienes que ser perfecta! Pues como dicen por ahí: lo perfecto es enemigo de lo bueno.


Mag. María Paz Sáenz G.

Sobre mi




Hola, soy María Paz. Soy peruana y estudié Psicología Clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Participé de forma regular en grupos de estudio y discusiones clínicas en CIAPLA (www.ciapla.com) que colaboraron profundamente en mi formación. Más adelante, estudié una maestría en Psicología del Desarrollo Psicoanalítica en Londres, en el centro Anna Freud en unión con University College London.

He trabajado como psicóloga de colegios en niveles de inicial y primaria. Asimismo, me he dedicado a la práctica clínica, dando terapia emocional a niños y niñas de todas las edades, adolescentes y adultos jóvenes, siempre desde la orientación psicoanalítica. Actualmente trabajo con grupos de padres y niños pequeños fomentando el desarrollo de una relación positiva desde el juego entre ellos (Parent-Toddler Group -